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9 de julio de 2017

Orar como María viviendo...





Orar como María viviendo el silencio y la soledad en clave de esperanza

Al contemplar el corazón de María en relación con su Hijo se nos paralizan los pensamientos y el corazón late más fuerte. El corazón de María en la hora del dolor es más que nunca el corazón de Cristo. Y el corazón de Cristo es más que nunca el corazón de María.



Hay que hacer silencio, hay que apartar todo pensamiento y contemplar. Sí, contemplar por un lado al Padre, ofreciendo su Hijo al mundo, clavado en la cruz y por otro, a María ofreciéndose también junto a su Hijo, firme y fiel, junto a la cruz.
«Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10). El silencio de María se convierte en el silencio del Padre, y el silencio del Padre se convierte en el silencio de María. Madre del Hijo, silencio del Padre. Padre del Hijo, silencio de la Madre… Por eso ella es capaz de vivir la esperanza, porque sabe que el silencio del Padre está cargado de promesas, en su interior tiene la certeza de que su Hijo resucitará. La Palabra vivirá en silencio por tres días, para después hablar definitivamente con su victoria. El silencio es preparación, esperanza, es dejar a Dios llenar nuestra angustia con su presencia y agarrarse de su mano cuando más nos aprieta para que no nos soltemos de Él.
 contemplar. Sí, contemplar por un lado al Padre, ofreciendo su Hijo al mundo, clavado en la cruz y por otro, a me y fiel, junto a la cruz.
«Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío»  promesas, en su interior tiene la certeza de que su Hijo resucitará. La Palabra vivirá en silencio por tres días, para después hablar definitivamente con su victoria. El silencio es preparación, esperanza, es dejar a Dios llenar nuestra angustia con su presencia y agarrarse de su mano cuando más nos aprieta para que no nos soltemos de Él.

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